De vuelta a la rutina después de un mes desconectada
Vacaciones sin horarios: despertarse sin despertador, improvisar planes y vivir sin mirar el reloj. Eso es lo que me he regalado este último mes. 🌊✨
He estado un mes desaparecida por aquí, y no porque me haya olvidado de Momentos y Más, sino porque me he permitido el lujo de algo que cada vez valoro más: desconectar sin horarios. Estar de vacaciones, ese placer de despertarte sin despertador, de improvisar planes según el día y de vivir sin mirar tanto el reloj.
Han sido unas semanas llenas de familia, risas, playa, sobremesas eternas y también alguna que otra pelea de hermanos entre Chloe y Mario (porque claro, vacaciones sí, pero la vida real viaja con nosotros).
La primera parada fue la Costa Brava ✨🌊, donde pasamos una semana con mi hermano, mi cuñada y mis sobrinas. Así nos gusta estar: familia en estado puro. Hubo tardes en la playa, paseos a la famosa casita de la puerta azul a tirar piedras y coger cangrejos, recorridos por Cala S’Alguer con sus casitas de colores, alguna escapada a Platja d’Aro, y, por supuesto, no podía faltar una comida en Vall-Llobrega. Y los madrugones con mi hermano para ver amanecer en Cala Estreta… que por muy tarde que nos vayamos a dormir, siempre merece la pena con ese espectáculo dorado del sol sobre el mar.

Después hicimos una mini escapada de una noche a Vinaroz, al apartamento de unos amigos. Aprovechamos para visitar Peñíscola, un sitio que no conocíamos y que nos encantó. Tanto, que me vine con un nuevo tatuaje improvisado que me hice con mi amiga Eli: un ancla ⚓. Por el lugar en el que estábamos fue lo primero que nos vino a la cabeza y nos pareció perfecto. De esas locuras que no planeas y que acaban teniendo un significado especial.
Y entre escapadas, también hemos disfrutado de planes en Barcelona: visitar la nueva tienda de Pop Mart (Chloe iba loca por ir y, por supuesto, cayó alguna compra), pasar una tarde en el CosmoCaixa y cumplir con una de nuestras tradiciones de cada verano: cenar con mi hermano en el italiano Acqua&Farina de Barcelona. También estuvimos en las Festes de Gràcia, paseando por sus calles decoradas. Además, he sacado ratitos para leer y entrenar, que, como sabéis, es algo necesario, me relaja y me recarga.
Eso sí, te confieso algo: hay días en vacaciones que, de bajar tanto el ritmo, acabas más cansado que trabajando. No sé si te pasa también, pero cuando el plan del día es piscina, comer, sofá y siesta (algo que en mi día a día nunca puedo hacer), parece que el cuerpo se acostumbra tan rápido a “perrear” que terminas agotada… ¡de no hacer nada! 😂.
Y ahora toca enfrentarse a lo más duro: la vuelta a la rutina. Cuesta volver al trabajo, a los horarios marcados, a las prisas … y en nada empieza también el colegio (queda solo una semana). Y sí, lo admito: soy de las que sienten un poquito de pereza y hasta pena por los peques, porque se les acaba la libertad veraniega. Pero a la vez reconozco que es necesaria, que todos necesitamos ese orden para volver a arrancar.
“El verdadero descanso no está en no hacer nada, sino en hacer lo que realmente te llena." ✨🌊💙
Te leo en comentarios, que me encanta saber que no soy la única con estas sensaciones. 💬
Y si quieres más inspiración para cargar pilas, aquí te dejo algunas entradas que quizá te gusten:
➡️ Tatuaje familiar: La Costa Brava
➡️ Escapadas multigeneracionales: qué son, cómo organizarlas y por qué valen oro
pero puedes usar el traductor de la esquina superior
si estás de visita desde cualquier rincón del mundo 🌍
¡Bienvenido/a! 🌷
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