Te cuento… esta es mi última semana de trabajo. Sí, sí, como lo lees. El viernes ya plego, desconecto y me despido de la rutina durante un mes entero. ¡UN MES! (Lo digo en mayúsculas porque lo estoy gritando por dentro desde hace semanas).
Y qué quieres que te diga… lo necesito como el aire.
No sé si a ti también te pasa, pero yo llevaba tiempo sintiéndome en modo autopiloto: madrugar, correr, trabajo, casa, niños, lavadoras que se reproducen solas y esa sensación de que siempre voy tarde a todo 😵💫.
Así que ha llegado el momento de hacer algo revolucionario: parar.
Parar para descansar, para estar con los míos, para mirarlos sin prisas.
Parar para reír más, para dormir mejor, para ser menos “productiva” y más humana.
Y como cada verano, una semana la reservamos para nuestra ya tradicional escapada a la Costa Brava, en familia: mi hermano, mi cuñada, mis sobrinas, nosotros… todos. Ya sabes, ese tipo de plan que huele a playa, tinto de verano, helados a deshoras y sobremesas eternas con risas de las que curan. 🌊☀️
Es nuestro ritual sagrado.
Este año nos hicimos un tatuaje que lo simboliza (te lo conté aquí 👉
Un tatuaje para siempre: la Costa Brava). No por postureo, sino porque hay lugares, momentos y personas que te marcan tan fuerte, que te los quieres llevar puestos. Y nosotros lo hicimos, literalmente.
Este año repetimos. Mismo mar, misma compañía, nuevas anécdotas.
Porque más allá del descanso, esto también va de recargar el alma.
Va de mirar a tus hijos a los ojos sin el “espera un momento” constante.
Va de hablar con tu pareja de algo más que la lista de la compra.
Va de ver a tus sobrinas reir, de escuchar a tu hermano contar chistes malos, de que los primos crezcan juntos y se inventen sus propios mundos.
Va de vivir.
Y aunque me encanta lo que hago, necesito este parón para recordarme que soy más que mi trabajo. Que también soy amiga, hermana, hija, mujer, madre… y persona.
Y que a veces, ser “solo eso” es suficiente. Más que suficiente.
Así que si tú también estás a punto de explotar como una olla exprés mal cerrada, te dejo esta idea: búscate un hueco para parar. Aunque sea un finde. Aunque sea un paseo. Aunque sea una tarde en la que apagues el móvil y mires al cielo sin más.
Y es que, si te soy sincera… para mí el año no empieza en enero. Empieza en septiembre.
Septiembre siempre me ha parecido ese momento en el que realmente se reinicia todo: las rutinas, los horarios, los propósitos, la vida organizada (o desorganizada, según el día 😅).
Y este año, en especial, se vienen curvas emocionales:
Chloe empieza el instituto (que aún no me lo creo 😭) y Mario pasa a primero de primaria. Así que ya me estoy preparando para un mes de mochilas nuevas, horarios que ajustar, alguna que otra lágrima (mía, probablemente), y sobre todo... una mezcla de emoción, adaptación y esperanza.
Por eso necesito este parón: para cargar energía antes del nuevo arranque, para mirar septiembre a los ojos y decirle "vale, allá vamos, pero déjame llegar con el alma un poquito más ligera ✨".
“A veces, lo más urgente y vital es descansar un poco 🍃.” – Ángel Ganivet
Y tú, ¿también tienes tu pequeño ritual de desconexión cada verano?
Cuéntamelo en comentarios, que me encantará leerte 💬👇
Y si quieres más inspiración para cargar pilas, aquí te dejo algunas entradas que quizá te gusten:
Nos vemos a la vuelta, con arena entre los dedos, mil historias por contar… y las pilas bien cargadas 🔋💛.
Gracias por estar al otro lado, por leerme y acompañarme en estos Momentos y Más.
¡Nos vemos muy pronto! 🌊✨
Este blog está escrito originalmente en español 💬,
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¡Bienvenido/a! 🌷
Totalmente cierto!! El cuerpo pide descansar, desconectar para volver a conectar
ResponderEliminar100% que necesario es 💖
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