Cumpleaños de un hijo: el regalo que nos recuerda lo que importa

Hoy es el cumpleaños de Mario. Seis años. Y mientras lo escribo, no puedo evitar pensar: ¿en qué momento ese bebé ha crecido tanto? Se ha convertido en un niño cariñoso, pícaro y con una intuición alucinante para lo pequeño que es. Te mira a la cara, se fija en tu expresión para saber cómo estás y tiene esa mezcla de ternura y picardía que lo hacen único (vale, lo digo yo que soy su madre… pero es que lo es).

Mario en su sexto cumpleaños con una tarta hecha de donuts 17-09-24


Mario bebé tenia díasMario en este verano en Barcelona en el Hotel W  - Vela


Un cumpleaños de un hijo no es solo soplar velas ni abrir los regalos (que también, porque hay que ver la ilusión que hacen). Es una sacudida de esas que te dicen: eh, la vida pasa, y la infancia no tiene botón de pausa.

                                         Mario bebé con meses

Para un padre o una madre, celebrar un cumpleaños es volver al día en que todo cambió. Ese instante en el que el mundo se te dio la vuelta, donde dormir pasó a ser un lujo y el corazón empezó a vivir fuera del cuerpo, en un ser diminuto que te miraba como si fueras lo más grande del universo (aunque lleves dos días con el pelo hecho un cuadro).

Mario bebé


Con los años, los cumples dejan de ser “una fiesta con globos” para convertirse en un espejo. Ves a tu hijo crecer y, de repente, te das cuenta de que tú también has crecido con él. Aprendiste a tener paciencia cuando creías que no tenías. Aprendiste a reírte del caos cuando la casa parecía un campo de batalla. Aprendiste que el tiempo se estira y se encoge según la intensidad de los momentos.


Mario bebé sonriendo


Hoy Mario cumple seis. Y yo celebro su vida, pero también la mía a su lado. Porque los cumpleaños de los hijos nos recuerdan que estamos construyendo recuerdos invisibles que un día ellos contarán. Quizás no se acuerde de cada detalle de su fiesta, pero sí de la risa, del calor de casa y de esa sensación de estar rodeado de amor. Porque como siempre digo, lo material se olvida, pero los momentos… esos son los que dejan huella.

Así que sí: un cumpleaños es una fiesta, pero sobre todo es un recordatorio. De que crecer emociona, sorprende y pasa volando. Y de que cada año, cuando tu hijo sopla las velas, también soplas tú un poquito tus miedos, tus prisas y tus rutinas, para dejar sitio a lo único que importa: seguir sumando momentos y tiempo compartido.




Porque al final, como decía Gabriel García Márquez:

La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.” 🎂✨💛

Y tú, ¿qué recuerdos de cumpleaños guardas que todavía te hacen sonreír? 





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